lunes, 6 de febrero de 2012

Sin recursos no somos libres

Desde hace siglos el recurso por excelencia - entendiendo recurso como aquel puente que nos permite el acceso a la mayor variedad de causas; como una gran autopista con infinidad de ramificaciones y destinos posibles - es el dinero. Con él satisfacemos nuestras ¨necesidades básicas¨; alimento, vestimenta, vivienda; inclusive las reproductivas ya que sin una cierta cantidad de billetes en el bolsillo no nos atrevemos a abandonar los métodos anticonceptivos. Pareciera que nos convertimos en el ser viviente menos natural sobre el planeta; si quiera pareciera que pudiéramos responder a nuestros instintos reproductivos. Y seguramente el error es mío al utilizar la palabra instinto al referirme al hombre; si quiera el menor porcentaje de su significado.

Tampoco el saber es el recurso más valioso; el saber cuánto más esclavizante puede tornarse, la realidad, ¨la verdad¨ de un tiempo con sus mayores limitaciones que posibilidades; regidas y digitadas por un sistema económico-político, cuánto más angustiante que la ignorancia puede ser?

Paradójicamente (para aquellos que les gusta la frase ¨la naturaleza es sabia¨) pareciera existir un ente, un recurso incomprable - al menos no en su totalidad, y al menos no hasta hoy - ; la salud. ¨Que sin salud no hay dinero que valga¨... claro está y adopto el mismo pensar. Tal vez sea una de las pocas respuestas naturales, biológicas, orgánicas que nos quedan y no podemos, del todo, comprar.

Pero la reflexión me lleva hasta aquí no de pensar en la mucha o poca plata que poseo sino en arribar a lo anterior; a la salud, a lo natural. De un tiempo a esta parte (y aunque los cuadernos Rivadavia que usaba en mi primaria ya hablaban de ecología), pareciera que queremos ¨escuchar a la Tierra¨; un sentimiento profundo de consentimiento sobre cómo responde el planeta a las barbaries que hacemos con él; al uso indiscriminado, a los malos tratos, a la poca conciencia de consecuencias, límites y daños. Y en algún punto encuentro en los indignados; de España, de Nueva York, los desperdigamos por el resto del mundo, silenciosos o no; que reflejan un sentimiento similar. Es más, es coincidente que son grupos sociales a la vez conscientes con el daño ambiental y es la misma linea de pensamiento que los lleva a cuestionar el sistema político y económico vigente. Pareciera existir un paralelismo entre lo que las industrias (sea cual sea) hace a la Tierra y los gobiernos hacen a la sociedad.

Yo no poseo la instrucción necesaria para poder responder qué sería mejor; qué propongo para poder reemplazar el sistema regente pero con esperanza en mañana podemos, al menos, cuestionar el éxito de los sistemas de gobierno, a dónde nos han llevado, a cuántos ha dañado, qué no queremos. Existe un movimiento de pensamiento que crece y el primer paso para alcanzar algo diferente - que tal vez sirva hoy y vuelva a deshecharse - es cuestionar lo que nos han enseñado a costa de insistencia que es ¨lindo y bueno¨. Tal vez en este caso ¨escuchar más al Hombre¨, a ese ser natural del que ya casi no tenemos registro y sólo conectamos (o creemos que lo hacemos porque necesitamos satisfacernos para no desesperar) por medio del yoga, el arte de vivir, la comida sana, la meditación. Volver a uno, comenzar por las necesidades naturales; poder alcanzar un sistema que acompañe, que construya las bases para la fluidez de una vida más ¨natural, instintiva, codescendiente con nuestra biología¨, en lugar de problemas que sortear.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Todos los días me doy el gusto de visitar algunos blogs de decoración, como ritual, como rutina. Envidiando un poco algunos espacios que a uno le encantaría tener y trata de buscar la forma de aplicarlo a nuestra casa (algunas veces con éxito), me encontré observando; más allá de los objetos; la luz.

La forma en que la luz formaba parte de la decoración, ayudando a resaltar algunos adornos, algunos muebles, y dejando en sombras otros espacios, tal vez más íntimos. La luz nos alcanza a todos y en mayor o menor medida todos podemos aprovechar un poco más de sol. Abrir las cortinas, sumar plantas o flores a las ventanas; pensar detenidamente dónde ubicar la biblioteca o los estantes para que el sol de la tarde; más cálido y suave, nos de luz para encontrar una novela o algún libro que creíamos perdido.

Todos podemos manipular y aprovechar la luz que nos toca; mucha, poca... a veces no estamos en casa para disfrutarla, pero les propongo detenernos a ver cómo es aquella que entra por nuestra ventana; hacia dónde viaja, qué ilumina primero y qué después... y modificar, tal vez, nuestros ambientes de acuerdo a ella. Luz y un muy buen día para todos!