viernes, 30 de diciembre de 2016

La ignorancia es salud

El 19 de Mayo del 2015 comenzaba a correr en Correr Ayuda, y el 7 de Junio lo publicaba en mi blog con esta foto, tomada ese mismo martes 19 al terminar la clase. Con el tiempo aprendería que esas zapatillas no me harían bien, que iba demasiado abrigada, y que a mi entrenador no le gusta que llevemos Addidas; aunque es siempre un lindo momento de burlas.


Tantas cosas no sabía en ese momento...con el tiempo dejaría de usar mi aplicación del celular y llegaría el momento de comprarme mi primer Garmin, entendería cómo comprar zapatillas, tendría mi primer par de plantillas, amaría las calzas cortas, y cuando hablaran de ¨la northe face¨, UTMB, el Champa, y los k21, entendería de qué están hablando. El proceso es y ha sido vital para llegar a donde estoy; pero no puedo evitar imaginar qué me diría la Lucila de hoy, a aquella en su primer día. 

- Vas a amar correr, hasta vas a salir con lluvia, viento y frío; y no te va a importar. Vas a poder madrugar aunque siempre te ha costado, vas a faltar también y vas a entender que se paga caro. Vas a correr más de lo que creés, vas a encontrar una prima postiza que será una guía, una gran amiga y compañera. Vas a reírte mucho, vas a poder correr y charlar y dejar de pensar en que estás corriendo. Tendrás nuevos amigos, de todas las edades, y te van a enseñar mucho, siempre. Vas a desear las cuestas, hasta te van a divertir. Un día dejarás de correr con música, para escucharte a vos misma... y con el paso de los días, (no falta mucho), te vas a escuchar de verdad.

Si supieras todo lo que te depara la vida desde ese Mayo del 2015 hasta Marzo del 2016; casi un año. No parece mucho pero ha pasado más de lo que podrías imaginar, parada ahí, en el Rosedal, con tanta ilusión, tantas ganas, tanta alegría. Los días irán pasando y cuando te des cuenta ya no serás vos misma. Supongo que ni imaginas que harás un bolso un día y te irás de tu casa; pensarás que vas a volver, pero la próxima vez será para llevarte todo. Irás a Perú, comerás el mejor sushi hasta hoy, te reirás con Juan, pasearás, correrás en Lima, feliz al lado del mar. Caminarás 4 días y acamparás 3 noches en Machu Pichu; cruzarás la Puerta del Sol y volverás a sentir esa felicidad plena que tuviste hace años en el cerro López. Habrás encontrado esa sensación nuevamente. Perú también va a doler, va a doler mucho. Tendrás el corazón en la mano, muerta de miedo, pero con una pequeña chispita en tu interior que será la luz que te mantenga en pie. Sumarás 3 tatuajes a tu cuerpo, y me encantan. Enfrentarás una gran prueba de valentía y te acompañarán 3 amigos, 3 mosqueteros o 3 chanchitos; porque estarán hermanados en esta causa. Todo va a salir bien, todo salió bien. Volverás a ponerte en pie y lo primero que vas a hacer va a ser correr. Correr con vos, para vos, sin escapar de nada sin ir a ningún lugar.

Encontrarás el amor. El que nunca pudieras siquiera haber imaginado que existía; el que te contaban tus padres que se tienen mutuamente y hasta dudabas si era tan así. Confiá. Es verdad. Ese amor existe y vos tendrás el tuyo. Te colmarás de ese amor, te alimentará y lo cuidarás como a nadie. Serás la Lucila radiante de tu infancia, plena en todo aspecto, feliz en cada poro de tu ser, conectada, con vos, con nosotras, atenta a escucharte.

Sí, ha sido duro, dolió, dejó huella y marca; pero hoy la recompensa es inmensa.
Bienvenido 2017, te presento a Lucila, la misma de siempre pero en su mejor versión.

viernes, 23 de diciembre de 2016

2016

Gracias. Gracias. Gracias. Es el título de mi año, es el punto final.

Podría llamarlo dolor, angustia, separación, abismo, amor, felicidad... todo junto; y quienes me acompañaron lo saben bien, pero de todo lo vivido no le quitaría ningún momento. El infierno de Febrero, el dolor desde Enero, el amor en marzo. Cerrar y cerrar durante meses, y sembrar a la vez. Sonreír y llorar, olvidar y volver a amar; o amar así por vez primera. Encontrarme, volver, empezar y terminar. Cosechar en Noviembre, cosechar mucho más de lo esperado o imaginado jamás. Extrañarte, buscarte, abrazarte aunque no te tenga a mi lado.

Gracias. Gracias a Dios, Universo, Alá, Heoba, papá y mamá son más tangibles; los amigos, los alumnos, compañeros, entrenador, el amor de mi vida. Gracias por esta vida hermosa que tengo, por no faltarme nada, por no necesitar; por tener el amor que me alimenta tanta felicidad.

Gracias.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Dejar atras

¿Y si la vida no es lo que pensaba que era? ¿Y si miraba de una forma que ya no tengo? ¿Cómo seguir, por dónde seguir?

Cuando empezó el 2016, y tal vez un poco antes también, le decía a mis amigos y a mi misma, que sentía, muy en mi interior, que no terminaría el año siendo la misma persona; que quien tal vez hiciera mucho que no me viera, me habría de ver muy cambiada, distinta, otra persona. Si bien parte de los cambios siempre se manifiestan a primera vista - en el cuerpo, en la ropa, en apariencia - , es tan sólo la exteriorizanción del cambio interno. ¿Qué cambio? No estaba segura, y tal vez aún hoy tampoco lo sepa, y es ello lo maravilloso, angustiante y aventurero a la vez.

Aprendí; de alguien, de otros, de mi misma, de mis libros, de la tele, de la música; y me formé una concepción, una idea moldeada, acabada y definitiva de lo que era la vida, mi vida, la que yo quería o a lo mejor, la que yo transitaba. Me entrené en ser a la medida de esa vida, de acomodarme, de moldearme para poder tenerla; vivir esa idea que construí. Lo entrenado y aprendido se hace carne, se hace cotidianidad, se hacer ser, es Lucila. Y la defino, le doy y le dan palabras, abrazos y rechazos, bienvenidas y buenos saludos y hasta luego. Yo, la abracé, con todas mis fuerzas, porque me había dado tanto. Me habría hecho llegar a la tan ansiada tranquilidad económica, mi independencia parental, mi libertad (aunque por partes, pero en un buen porcentaje, suficiente para quererme y apreciarme por ello). Me busqué al compañero perfecto de ella; un hombre en busca de su independencia; a quien enseñar, acompañar, mostrar el camino y sobre todo, sentir que nos entendíamos, que estábamos juntos en esa; y por ende en muchas.

Correr. Correr y la vida, o la vida y correr, o la vida corriendo... qué se yo. No se si quiero saber cuál fue el órden; si correr me ensenñó también a vivir, o viviendo encontré que correr era i forma de vida. No soy ¨La Runner¨, no tengo medallas especiales más que la que cualquiera consigue al terminar una carrera, no he hecho proezas ni grandes hazañas, no corro largas distancias, nunca hice ni hará un podio y nadie me reconoce por mis cualidades deportivas. Pero correr en grupo, me llevó paradójicamente a correr conmigo. Corrí, y corro, con mis miedos, mis inseguridades, mis preocupaciones, mis dolores en el cuerpo y en el pensamiento, mis planes de fin de semana, las cosas pendientes del trabajo; y claro... con esa voz interna que todo lo sabe. En Agosto del 2015 me hice 3 tatuajes; ya tenía uno, y hace tiempo quería hacerme más. No porque importe mi opinión ni el por qué de mis tatuajes; pero uno de ellos dice: ¨Teacher in my soul¨. Si bien me encantaría que Eddie me cante al odido Guaranteed; la frase representa esa voz interna; con la que corro siempre, con la que hace un año me hablaba bajito y en aumento, de que aquella vida entrenada y aprendida, no era más mi vida.



viernes, 2 de diciembre de 2016

Una nueva voz

El 2015 fue un gran año; y aunque generalmente usamos la palabra ¨gran¨ para denominar un costado positivo (si bien he logrado muchas cosas, por decir algo, y como si lograr algo fuera tan exitoso); ha sido un gran año por lo grande, lo inmenso de las cosas que me han sucedido.

A nivel personal mi vida cambió por completo. Yo cambié por completo, o mucho mucho. No sólo me separé de una pareja de 7 años a mis 32 años - en donde supuestamente sería el padre de mis hijos con perro y todo para la foto - sino que, volví a la casa de mis padres, a mi cama de plaza y media; vendí mi auto, mi pequeño mundito; pasé dolores físicos y emocionales, mudé mi estudio 2 veces, decidí dejar amistades y abrazar otras, conocí al amor de mi vida, y me conocí a mí, o a una nueva versión de mi misma.

Hoy sé que todo comenzó cuando me escuché. Y cómo lo hice? El medio fue correr. Ya les contaré mejor cómo fue el empezar a correr y escucharme al mismo tiempo (escucharme a mí misma, más allá de la versión de Lucila que decía ¨no doy más, paremos ya!. ¿Por qué hago esto? Estoy sufriendo.¨; cosas que todos los que corremos nos decimos en algún momento.). Cuestión que además de esa voz personal que me hizo tomar las decisiones que tomé, quitarme el piso, dejarme flotando en el aire y en pleno vuelo decidirme a arriesgarme el todo por el todo; estaba esta otra voz que corre conmigo. Mi Lucila runner principiante, mi personita que no se tiene estima, que se compara y siempre es más chiquita, y le faltan 5 para el peso, que no llega, que no alcanza.

Los entrenamientos son de lo más variados; pasadas de todo tipo, cuestas, fondos, técnica, tirar la goma ( papá, no te asustes, es posible hacerlo en público); entre otras invenciones de nuestro entrenador. Cuestión que en la repetición está la clave, así nos medimos; hacemos 1, 2 o 3 pasadas, 2,3 o 4 repeticiones, los más rápidos 4... y uno nunca es el más rápido; por lo que aunque quisiera, yo siempre iba al medio, al promedio, al standard. Y no me sentía mal para nada; siempre hay algún principiante para levantarte el estima (y sí, lo confieso yo por el resto; lo hacemos todos, siempre hay alguien más lento que nos deja un poco más contentos con nuestra performance). Más allá de ello, el hacer el máximo siempre era un territorio inexplorado, una posibilidad fuera de mis posibilidades porque claramente ya con el nivel medio me dolía el alma, me faltaba el aire y mi corazón no daba más.

Hay momentos, palabras, frases, que se te graban como un mantra. Los días en que sucede eso, ese exacto momento queda grabado por siempre. Es miércoles por la noche, nos toca hacer cuestas. Facultad de Derecho. Tras hacer las escalinatas, y el puente, nos toca ahora la plaza. Una larga cuesta arriba de no sé cuántos metros, pero suficientes para dejarme gimiendo, pero de dolor, del malo, no del bueno. 1, 2 o 3 pasadas. Yo voy por 2. Estoy subiendo mi segunda vuelta; lo veo a Fer a unos metros, y llego a su lado. Voy con él. Me gusta correr al lado de Fer, y en esos tiempos venía de pasarla mal y luchando con una parálisis por estrés. Quiero correr con Fer, me da fuerzas, supongo o quiero pensar que se las doy a él. Llegamos muertos, con la lengua afuera, pero yo llego con mucho más aprendido: ¨Ayudate con los brazos¨, me dice el ultramaratonista. Y lo hago, y me sirve. ¨Yo siempre trato de hacer todo - me dice - aunque sea el último en llegar¨. Ese todo, es hacer 3 vueltas; y me quedo pensando... ¿Por qué no? . Volvemos a la calma cuesta abajo; y vamos por una más; la tercera. Y es la primera vez que puedo, que me doy cuenta que puedo, que mi voz interna está en silencio. Hice 3 vueltas, y aunque estén todos esperando porque ya lo hicieron, también hay quienes hicieron 2. Yo hice 3; con Fer.

Ese día fue memorable, me cambió algo en mí que se me revelaría luego. Hace dos meses que trato de hacer todo; aunque sea la última. Me quedo conmigo misma, corriendo juntas; no necesito de nadie más, y aunque una voz chiquita aún quiera dejar de correr, nació otra, que anda hablando más fuerte que dice: ¨sabés que no vas a parar, y sabés que lo vas a completar¨.

Hace un tiempo, empecé a creerle que puedo.