viernes, 2 de diciembre de 2016

Una nueva voz

El 2015 fue un gran año; y aunque generalmente usamos la palabra ¨gran¨ para denominar un costado positivo (si bien he logrado muchas cosas, por decir algo, y como si lograr algo fuera tan exitoso); ha sido un gran año por lo grande, lo inmenso de las cosas que me han sucedido.

A nivel personal mi vida cambió por completo. Yo cambié por completo, o mucho mucho. No sólo me separé de una pareja de 7 años a mis 32 años - en donde supuestamente sería el padre de mis hijos con perro y todo para la foto - sino que, volví a la casa de mis padres, a mi cama de plaza y media; vendí mi auto, mi pequeño mundito; pasé dolores físicos y emocionales, mudé mi estudio 2 veces, decidí dejar amistades y abrazar otras, conocí al amor de mi vida, y me conocí a mí, o a una nueva versión de mi misma.

Hoy sé que todo comenzó cuando me escuché. Y cómo lo hice? El medio fue correr. Ya les contaré mejor cómo fue el empezar a correr y escucharme al mismo tiempo (escucharme a mí misma, más allá de la versión de Lucila que decía ¨no doy más, paremos ya!. ¿Por qué hago esto? Estoy sufriendo.¨; cosas que todos los que corremos nos decimos en algún momento.). Cuestión que además de esa voz personal que me hizo tomar las decisiones que tomé, quitarme el piso, dejarme flotando en el aire y en pleno vuelo decidirme a arriesgarme el todo por el todo; estaba esta otra voz que corre conmigo. Mi Lucila runner principiante, mi personita que no se tiene estima, que se compara y siempre es más chiquita, y le faltan 5 para el peso, que no llega, que no alcanza.

Los entrenamientos son de lo más variados; pasadas de todo tipo, cuestas, fondos, técnica, tirar la goma ( papá, no te asustes, es posible hacerlo en público); entre otras invenciones de nuestro entrenador. Cuestión que en la repetición está la clave, así nos medimos; hacemos 1, 2 o 3 pasadas, 2,3 o 4 repeticiones, los más rápidos 4... y uno nunca es el más rápido; por lo que aunque quisiera, yo siempre iba al medio, al promedio, al standard. Y no me sentía mal para nada; siempre hay algún principiante para levantarte el estima (y sí, lo confieso yo por el resto; lo hacemos todos, siempre hay alguien más lento que nos deja un poco más contentos con nuestra performance). Más allá de ello, el hacer el máximo siempre era un territorio inexplorado, una posibilidad fuera de mis posibilidades porque claramente ya con el nivel medio me dolía el alma, me faltaba el aire y mi corazón no daba más.

Hay momentos, palabras, frases, que se te graban como un mantra. Los días en que sucede eso, ese exacto momento queda grabado por siempre. Es miércoles por la noche, nos toca hacer cuestas. Facultad de Derecho. Tras hacer las escalinatas, y el puente, nos toca ahora la plaza. Una larga cuesta arriba de no sé cuántos metros, pero suficientes para dejarme gimiendo, pero de dolor, del malo, no del bueno. 1, 2 o 3 pasadas. Yo voy por 2. Estoy subiendo mi segunda vuelta; lo veo a Fer a unos metros, y llego a su lado. Voy con él. Me gusta correr al lado de Fer, y en esos tiempos venía de pasarla mal y luchando con una parálisis por estrés. Quiero correr con Fer, me da fuerzas, supongo o quiero pensar que se las doy a él. Llegamos muertos, con la lengua afuera, pero yo llego con mucho más aprendido: ¨Ayudate con los brazos¨, me dice el ultramaratonista. Y lo hago, y me sirve. ¨Yo siempre trato de hacer todo - me dice - aunque sea el último en llegar¨. Ese todo, es hacer 3 vueltas; y me quedo pensando... ¿Por qué no? . Volvemos a la calma cuesta abajo; y vamos por una más; la tercera. Y es la primera vez que puedo, que me doy cuenta que puedo, que mi voz interna está en silencio. Hice 3 vueltas, y aunque estén todos esperando porque ya lo hicieron, también hay quienes hicieron 2. Yo hice 3; con Fer.

Ese día fue memorable, me cambió algo en mí que se me revelaría luego. Hace dos meses que trato de hacer todo; aunque sea la última. Me quedo conmigo misma, corriendo juntas; no necesito de nadie más, y aunque una voz chiquita aún quiera dejar de correr, nació otra, que anda hablando más fuerte que dice: ¨sabés que no vas a parar, y sabés que lo vas a completar¨.

Hace un tiempo, empecé a creerle que puedo.


No hay comentarios: