domingo, 15 de enero de 2017

Reencontrar mi Chi corriendo

Según la cultura oriental, el Chi o Qi, es uno de los tres tesoros de la vida con los que nacemos; es el plano energético de nuestro sistema; tal vez (para mí al menos), el plano más complejo con el que relacionarme y encontrarme. El más fácil de desequilibrar, mi plano más sensible y vulnerable. Luego tenemos un plano físico, tangible y diagnosticable; y un plano mental, racional y pragmático. Al igual que en otras culturas hablamos de cuerpo, mente y alma. Mi Chi es mi voz interna, mi teacher in my soul, mi conciencia que sabe, antes que mi voz, lo que necesita mi ser, mi espíritu; que suele ser siempre lo mejor para mi Jing y mi Shen (mi cuerpo y mi mente).

Suele serme más fácil encontrar variados factores que alteren mi Chi, que formas de mantenerlo sano. Suele serme sencillo que el exterior me desequilibre, me vuelva desordenada, desprolija, que pierda mis rutinas de trabajo, físicas, alimenticias, de entrenamiento, que me colme de pensamientos charlatanes en mi mente que no me dejen pensar de a una cosa por vez. En síntesis, pierdo mi Chi, mi faro, mi teacher, mi voz que es mi guía. Perdí mi Chi hace 10 días y hoy lo recuperé... corriendo, claro.

Pasos para perder mi Chi
Hace diez días algo en mi plano laboral cambió completamente; el plan que tenía en mi mente se modificó casi totalmente y me sentí en el aire. Me había temblado el piso y no sabía todavía en dónde quedaba parada, cómo acomodarme y qué decisión tomar. Perdí mi Chi en ese preciso momento, con ese exacto mail que me daba la noticia. No lo supe entonces, porque lo primero que apareció fue el enojo, la decepción, las preguntas y la angustia ante la falta de respuestas. Luego llegaron los desórdenes alimenticios; no seguir mi plan nutricional que tanto esfuerzo me ha llevado y que con ahínco he aprendido y me he educado; volví a tentarme con pavadas y esas decisiones me llevaron luego a sentirlo en el cuerpo. Me dolía el cuerpo, la panza, el abdomen que es el centro de mi cuerpo; se inflamaba y se enfermaba; vaya qué significativo. Falté al entrenamiento del martes, había dormido muy mal la noche anterior, y la anterior, y la anterior. Necesitaba encontrar mi Chi.

¿Qué es pensar en nada?
Algunos de mis compañeros de team, cuando corren, dicen que a veces pueden resolver cosas que los aquejan; algún problema laboral, alguna situación personal, una idea para una nota, resolver cualquier tipo de conflicto que los aqueja o los traba. Yo, no logro nunca solucionar nada, pero logro; cada vez más seguido y con mayor facilidad, el maravilloso milagro de: ¨no pensar en nada¨. Siempre que le pregunté a un hombre: ¨¿En qué estás pensando?¨ (sí, clásico de minita, en algún lugar lo soy), el 90% de las veces (y 90 porque tengo fé de que en algún futuro me respondan otra cosa), la respuesta es: ¨En nada¨. Wow! Maravilloso. Aplausos, por favor. Quién pudiera no pensar en nada! Es algo que envidio profundamente del género masculino. Si es realmente verdad que pueden no pensar en nada cuando sea que lo deseen, sería algo que como mujer, con miles de cosas en mi mente, sagitariana con ascendente en acuario (un quilombo), creativa e inquieta, pudiera lograr... creo que ya no necesitaría ni del chocolate para subir mis niveles de serotonina, simplemente me iría al Planeta de Nada, a pensar en nada. Por suerte, al menos una vez por semana, en mis fondos, y sobre todo si corro sola; puedo llegar a pensar en nada. Hoy lo hice.

Obviamente no sucede en los primeros kilómetros; ni en los segundos; tarda en llegar. Al principio es pensar en lo que me queda por delante, en respirar, tengo la voz de mi entrenador corrigiéndome la postura, pienso en mi hidratación, en la aparición o ausencia de dolores... pero después de un tiempo, hoy pude pensar en nada. Uno corre con amigos, con compañeros, con familares incluso; pero siempre corremos solos. Corremos con nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro corazón en el sentido más literal y poético también. Yo hoy corrí sola, conmigo misma, y me volví a escuchar; y a pesar de correr sola, corrí acompañada de todos los que me crucé hoy y chocamos manos o nos dimos aliento; pero sobre todo, hoy volví a equilibrar mi Chi. ¿Cómo? Al pasar el tiempo, la distancia aumenta y la fatiga en proporción, pero llega y crece la satisfacción de poder hacerlo, de la tarea cumplida, continuar, simplemente seguir, se transforma en la sonrisa que me colma el alma. Panza llena, corazón contento; alma sonriente, Chi en equilibrio.

Corrí sintiendo mi cuerpo, mis pasos, dejándome llevar por el disfrute de correr, de contemplar las copas de los árboles, el camino andado miles de veces, el viento de frente a la vuelta, el ímpetu del principio, el cansancio del último tramo y las fuerzas que aún quedan, el silencio. Estuve ahí, conmigo misma, a cada paso, diciéndome que disfrute, que el poder no se cuestionaba porque sabemos que podemos, que iba a llegar, era seguro; que simplemente disfrute. Las piernas van solas, y encuentro un ritmo en el que ya no pienso en el hecho de estar corriendo; ahí llego al planeta de Pensar en Nada. Es como hundirme en el agua, en donde no escucho claramente, y es paz y acción a la vez; correr se transforma en mi combustible. Y como si la tracción de mi cuerpo se transformara en felicidad, las hormonas hacen lo suyo, y me felicito; me aplaudo, me acaricio el alma tras tantas veces que fui tan dura conmigo. Decido ponerle un fin a los desórdenes que me alejaron estos días de este hermoso momento, a los miles de pensamientos que gritan juntos, al desorden de la casa, a la falta de tiempo en silencio, a las pocas horas de sueño. Decido quedarme aquí, en este estado equilibrado, solemne y ordenado que me permite sonreír. Me prometo estar advertida de cómo pierdo y cómo recupero mi paz.

Hoy me reencontré con mi Chi, le di amor y energía, me di equilibrio y seguiré corriendo siempre conmigo por sobre todas las compañías.






















viernes, 30 de diciembre de 2016

La ignorancia es salud

El 19 de Mayo del 2015 comenzaba a correr en Correr Ayuda, y el 7 de Junio lo publicaba en mi blog con esta foto, tomada ese mismo martes 19 al terminar la clase. Con el tiempo aprendería que esas zapatillas no me harían bien, que iba demasiado abrigada, y que a mi entrenador no le gusta que llevemos Addidas; aunque es siempre un lindo momento de burlas.


Tantas cosas no sabía en ese momento...con el tiempo dejaría de usar mi aplicación del celular y llegaría el momento de comprarme mi primer Garmin, entendería cómo comprar zapatillas, tendría mi primer par de plantillas, amaría las calzas cortas, y cuando hablaran de ¨la northe face¨, UTMB, el Champa, y los k21, entendería de qué están hablando. El proceso es y ha sido vital para llegar a donde estoy; pero no puedo evitar imaginar qué me diría la Lucila de hoy, a aquella en su primer día. 

- Vas a amar correr, hasta vas a salir con lluvia, viento y frío; y no te va a importar. Vas a poder madrugar aunque siempre te ha costado, vas a faltar también y vas a entender que se paga caro. Vas a correr más de lo que creés, vas a encontrar una prima postiza que será una guía, una gran amiga y compañera. Vas a reírte mucho, vas a poder correr y charlar y dejar de pensar en que estás corriendo. Tendrás nuevos amigos, de todas las edades, y te van a enseñar mucho, siempre. Vas a desear las cuestas, hasta te van a divertir. Un día dejarás de correr con música, para escucharte a vos misma... y con el paso de los días, (no falta mucho), te vas a escuchar de verdad.

Si supieras todo lo que te depara la vida desde ese Mayo del 2015 hasta Marzo del 2016; casi un año. No parece mucho pero ha pasado más de lo que podrías imaginar, parada ahí, en el Rosedal, con tanta ilusión, tantas ganas, tanta alegría. Los días irán pasando y cuando te des cuenta ya no serás vos misma. Supongo que ni imaginas que harás un bolso un día y te irás de tu casa; pensarás que vas a volver, pero la próxima vez será para llevarte todo. Irás a Perú, comerás el mejor sushi hasta hoy, te reirás con Juan, pasearás, correrás en Lima, feliz al lado del mar. Caminarás 4 días y acamparás 3 noches en Machu Pichu; cruzarás la Puerta del Sol y volverás a sentir esa felicidad plena que tuviste hace años en el cerro López. Habrás encontrado esa sensación nuevamente. Perú también va a doler, va a doler mucho. Tendrás el corazón en la mano, muerta de miedo, pero con una pequeña chispita en tu interior que será la luz que te mantenga en pie. Sumarás 3 tatuajes a tu cuerpo, y me encantan. Enfrentarás una gran prueba de valentía y te acompañarán 3 amigos, 3 mosqueteros o 3 chanchitos; porque estarán hermanados en esta causa. Todo va a salir bien, todo salió bien. Volverás a ponerte en pie y lo primero que vas a hacer va a ser correr. Correr con vos, para vos, sin escapar de nada sin ir a ningún lugar.

Encontrarás el amor. El que nunca pudieras siquiera haber imaginado que existía; el que te contaban tus padres que se tienen mutuamente y hasta dudabas si era tan así. Confiá. Es verdad. Ese amor existe y vos tendrás el tuyo. Te colmarás de ese amor, te alimentará y lo cuidarás como a nadie. Serás la Lucila radiante de tu infancia, plena en todo aspecto, feliz en cada poro de tu ser, conectada, con vos, con nosotras, atenta a escucharte.

Sí, ha sido duro, dolió, dejó huella y marca; pero hoy la recompensa es inmensa.
Bienvenido 2017, te presento a Lucila, la misma de siempre pero en su mejor versión.

viernes, 23 de diciembre de 2016

2016

Gracias. Gracias. Gracias. Es el título de mi año, es el punto final.

Podría llamarlo dolor, angustia, separación, abismo, amor, felicidad... todo junto; y quienes me acompañaron lo saben bien, pero de todo lo vivido no le quitaría ningún momento. El infierno de Febrero, el dolor desde Enero, el amor en marzo. Cerrar y cerrar durante meses, y sembrar a la vez. Sonreír y llorar, olvidar y volver a amar; o amar así por vez primera. Encontrarme, volver, empezar y terminar. Cosechar en Noviembre, cosechar mucho más de lo esperado o imaginado jamás. Extrañarte, buscarte, abrazarte aunque no te tenga a mi lado.

Gracias. Gracias a Dios, Universo, Alá, Heoba, papá y mamá son más tangibles; los amigos, los alumnos, compañeros, entrenador, el amor de mi vida. Gracias por esta vida hermosa que tengo, por no faltarme nada, por no necesitar; por tener el amor que me alimenta tanta felicidad.

Gracias.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Dejar atras

¿Y si la vida no es lo que pensaba que era? ¿Y si miraba de una forma que ya no tengo? ¿Cómo seguir, por dónde seguir?

Cuando empezó el 2016, y tal vez un poco antes también, le decía a mis amigos y a mi misma, que sentía, muy en mi interior, que no terminaría el año siendo la misma persona; que quien tal vez hiciera mucho que no me viera, me habría de ver muy cambiada, distinta, otra persona. Si bien parte de los cambios siempre se manifiestan a primera vista - en el cuerpo, en la ropa, en apariencia - , es tan sólo la exteriorizanción del cambio interno. ¿Qué cambio? No estaba segura, y tal vez aún hoy tampoco lo sepa, y es ello lo maravilloso, angustiante y aventurero a la vez.

Aprendí; de alguien, de otros, de mi misma, de mis libros, de la tele, de la música; y me formé una concepción, una idea moldeada, acabada y definitiva de lo que era la vida, mi vida, la que yo quería o a lo mejor, la que yo transitaba. Me entrené en ser a la medida de esa vida, de acomodarme, de moldearme para poder tenerla; vivir esa idea que construí. Lo entrenado y aprendido se hace carne, se hace cotidianidad, se hacer ser, es Lucila. Y la defino, le doy y le dan palabras, abrazos y rechazos, bienvenidas y buenos saludos y hasta luego. Yo, la abracé, con todas mis fuerzas, porque me había dado tanto. Me habría hecho llegar a la tan ansiada tranquilidad económica, mi independencia parental, mi libertad (aunque por partes, pero en un buen porcentaje, suficiente para quererme y apreciarme por ello). Me busqué al compañero perfecto de ella; un hombre en busca de su independencia; a quien enseñar, acompañar, mostrar el camino y sobre todo, sentir que nos entendíamos, que estábamos juntos en esa; y por ende en muchas.

Correr. Correr y la vida, o la vida y correr, o la vida corriendo... qué se yo. No se si quiero saber cuál fue el órden; si correr me ensenñó también a vivir, o viviendo encontré que correr era i forma de vida. No soy ¨La Runner¨, no tengo medallas especiales más que la que cualquiera consigue al terminar una carrera, no he hecho proezas ni grandes hazañas, no corro largas distancias, nunca hice ni hará un podio y nadie me reconoce por mis cualidades deportivas. Pero correr en grupo, me llevó paradójicamente a correr conmigo. Corrí, y corro, con mis miedos, mis inseguridades, mis preocupaciones, mis dolores en el cuerpo y en el pensamiento, mis planes de fin de semana, las cosas pendientes del trabajo; y claro... con esa voz interna que todo lo sabe. En Agosto del 2015 me hice 3 tatuajes; ya tenía uno, y hace tiempo quería hacerme más. No porque importe mi opinión ni el por qué de mis tatuajes; pero uno de ellos dice: ¨Teacher in my soul¨. Si bien me encantaría que Eddie me cante al odido Guaranteed; la frase representa esa voz interna; con la que corro siempre, con la que hace un año me hablaba bajito y en aumento, de que aquella vida entrenada y aprendida, no era más mi vida.



viernes, 2 de diciembre de 2016

Una nueva voz

El 2015 fue un gran año; y aunque generalmente usamos la palabra ¨gran¨ para denominar un costado positivo (si bien he logrado muchas cosas, por decir algo, y como si lograr algo fuera tan exitoso); ha sido un gran año por lo grande, lo inmenso de las cosas que me han sucedido.

A nivel personal mi vida cambió por completo. Yo cambié por completo, o mucho mucho. No sólo me separé de una pareja de 7 años a mis 32 años - en donde supuestamente sería el padre de mis hijos con perro y todo para la foto - sino que, volví a la casa de mis padres, a mi cama de plaza y media; vendí mi auto, mi pequeño mundito; pasé dolores físicos y emocionales, mudé mi estudio 2 veces, decidí dejar amistades y abrazar otras, conocí al amor de mi vida, y me conocí a mí, o a una nueva versión de mi misma.

Hoy sé que todo comenzó cuando me escuché. Y cómo lo hice? El medio fue correr. Ya les contaré mejor cómo fue el empezar a correr y escucharme al mismo tiempo (escucharme a mí misma, más allá de la versión de Lucila que decía ¨no doy más, paremos ya!. ¿Por qué hago esto? Estoy sufriendo.¨; cosas que todos los que corremos nos decimos en algún momento.). Cuestión que además de esa voz personal que me hizo tomar las decisiones que tomé, quitarme el piso, dejarme flotando en el aire y en pleno vuelo decidirme a arriesgarme el todo por el todo; estaba esta otra voz que corre conmigo. Mi Lucila runner principiante, mi personita que no se tiene estima, que se compara y siempre es más chiquita, y le faltan 5 para el peso, que no llega, que no alcanza.

Los entrenamientos son de lo más variados; pasadas de todo tipo, cuestas, fondos, técnica, tirar la goma ( papá, no te asustes, es posible hacerlo en público); entre otras invenciones de nuestro entrenador. Cuestión que en la repetición está la clave, así nos medimos; hacemos 1, 2 o 3 pasadas, 2,3 o 4 repeticiones, los más rápidos 4... y uno nunca es el más rápido; por lo que aunque quisiera, yo siempre iba al medio, al promedio, al standard. Y no me sentía mal para nada; siempre hay algún principiante para levantarte el estima (y sí, lo confieso yo por el resto; lo hacemos todos, siempre hay alguien más lento que nos deja un poco más contentos con nuestra performance). Más allá de ello, el hacer el máximo siempre era un territorio inexplorado, una posibilidad fuera de mis posibilidades porque claramente ya con el nivel medio me dolía el alma, me faltaba el aire y mi corazón no daba más.

Hay momentos, palabras, frases, que se te graban como un mantra. Los días en que sucede eso, ese exacto momento queda grabado por siempre. Es miércoles por la noche, nos toca hacer cuestas. Facultad de Derecho. Tras hacer las escalinatas, y el puente, nos toca ahora la plaza. Una larga cuesta arriba de no sé cuántos metros, pero suficientes para dejarme gimiendo, pero de dolor, del malo, no del bueno. 1, 2 o 3 pasadas. Yo voy por 2. Estoy subiendo mi segunda vuelta; lo veo a Fer a unos metros, y llego a su lado. Voy con él. Me gusta correr al lado de Fer, y en esos tiempos venía de pasarla mal y luchando con una parálisis por estrés. Quiero correr con Fer, me da fuerzas, supongo o quiero pensar que se las doy a él. Llegamos muertos, con la lengua afuera, pero yo llego con mucho más aprendido: ¨Ayudate con los brazos¨, me dice el ultramaratonista. Y lo hago, y me sirve. ¨Yo siempre trato de hacer todo - me dice - aunque sea el último en llegar¨. Ese todo, es hacer 3 vueltas; y me quedo pensando... ¿Por qué no? . Volvemos a la calma cuesta abajo; y vamos por una más; la tercera. Y es la primera vez que puedo, que me doy cuenta que puedo, que mi voz interna está en silencio. Hice 3 vueltas, y aunque estén todos esperando porque ya lo hicieron, también hay quienes hicieron 2. Yo hice 3; con Fer.

Ese día fue memorable, me cambió algo en mí que se me revelaría luego. Hace dos meses que trato de hacer todo; aunque sea la última. Me quedo conmigo misma, corriendo juntas; no necesito de nadie más, y aunque una voz chiquita aún quiera dejar de correr, nació otra, que anda hablando más fuerte que dice: ¨sabés que no vas a parar, y sabés que lo vas a completar¨.

Hace un tiempo, empecé a creerle que puedo.


viernes, 25 de noviembre de 2016

Epifanía

Es difícil pensar que pude haber transitado 32 años de mi vida con una mujer, una niña que creció conmigo, una adolescente; estudiante y novia, amante e hija; tan diferente a quien es hoy.

Soy tránsito de esa niña; porque me imagino que pueda sucederme, que tras otros 32 años, o más; o menos; pueda estar escribiendo esto mismo, sobre mí misma a mis 32 años; comparándola con una señora de 50 o con una abuela de 70... seré abuela? a los 70 o no hice bien las matemáticas? (tengo 32, a días de mis 33, no me casé, no tengo hijos bautizados - ja! cómo Dios manda? - ; supongamos que soy madre a mis 35, o 37; para mis 70, un hijo mío tendría 33 o 35... bueno, puede ser; que a los 70 escriba sobre mi misma mirando a mis nietos en un portaretrato al lado de mi cama, pensando en que no reconozco del todo a esta joven de casi 33.).

Llegaba a casa. Hoy elegí volver escuchando música; cosa que hace tiempo que no hacía. Me había olvidado lo que me relaja; no como los masajes de pies que me hacen dormir con ojos abiertos; pero un relajo mental. El poder de la música de llevarnos a otro estado; a darme fuerza corriendo o regalarme un momento de conexión conmigo y total abstracción de lo que me rodea. Escucho ¨What a wonderful world¨ y lo primero que  pienso es en la voz de este hombre; gracias a quien sea por habérmelo regalado y poder escucharlo, una de esas voces como Barry White y tantos otros anónimos que en mis épocas de telemarketer para E.E.U.U., les daba parla para escucharlos. Espero el 93 que me lleva a Plaza Italia y me trae a casa. En la otra esquina de la cuadra empieza la plaza de 14 de Julio, o tal vez termina ahí, pero allí veo a dos personas, caminando, llegando a la esquina, debajo de esa gran copa de un árbol petiso (no tengo idea qué árbol es), pero les da un marco, la oscuridad perfecta para la sombra ideal de mi videoclip. Suena Armstrong y ellos parecen saber la melodía exacta. Pueden estar peleando, pero a mis ojos, sólo bailan, se detienen, se miran con paz y piensan ¨qué mundo hermoso¨ y yo disfrutando de ello pienso: qué mundo hermoso.

El viaje de siempre; mis ojos en la pantalla, mi compañero de asiento que; si bien es grandote; no sería necesario viajar con las piernas abiertas cual parturienda y hacerme viajar casi al borde de mi lugar. No le digo nada, entiendo que es una persona grande; pero me muevo molesta y entiende el gesto un poco y se acomoda. Sigo en mi pantalla, no veo a quien sube ni baja, ni tampoco por dónde vamos. Conozco el recorrido, pero suelo ir paseando; hoy no, hoy me pierdo de la vida como muchos, mirando mi pantalla.

Llego a casa, qué lindo es caminar con banda sonora. No me acuerdo lo que suena. Llamo al ascensor y comienzan los acordes. Lo reconozco; sonrío... parece a propósito. Guaranteed. y son las manos de Eddie Vedder tocando la guitarra y cuando menos lo espere, lo escucho cantándome al oído. No me canta a mí; pero yo canto con él. Viajo sola, me miro frente a frente durante 13 pisos y canto: ¨That all my destinations will accept the one that´s me, so I can breath¨  La casa está sola, a oscuras; pero veo toda la ciudad con sus luces. Dejo las llaves sobre la mesa, me quito el peso de encima, camino sin prender las luces. Voy al balcón. Seguimos cantando con Eddie - ¨... and a teacher nin my soul¨ - . Noviembre, caluroso Noviembre; me regala el aire fresco de las diez de la noche, ya son casi las once. Sonrío, no puedo dejar de hacerlo. Estoy conmigo, con esa niña que no reconocía, pero me trajo hasta aquí. Soy yo. Soy la misma que muta, que evoluciona, que cambia, que hoy sonríe porque esta canción me hizo llorar muchas veces; porque me he marcado la piel con su letra, porque fue como el mástil de un barco que se hunde; lo último que quedaba, la mano del ahogado que aún pide ayuda. A mí, a mí me cantaba, me pedía ser libre, no ser aquel enjaulado admirando un alma libre y juzgándola por cobarde. 

¨Teacher in my soul¨, dice uno de mis tatuajes; pero no por amor a la docencia, aunque lo soy, sino por entender que esa niña que fui, aún lo soy, aún me habita y me enseña más de lo que este adulto cree aprender. Maestros de nuestra historia, que nos vamos contando de a poco cómo somos, cómo sentimos, hoy qué necesitamos. Todo llega, leía hoy en el pie de una foto de una amiga. Claro que sí Paulita; todo llega. Y un día nos llegará a todos, así que hoy; a días de cumplir 33, de concluir mi vuelta al sol, de mirar hacia atrás todo el dolor, de abrazar ese dolor y seguir; respiro en este balcón, de mi casa, del piso 13, vacía aún pero esperando a que llegue él; feliz de saber que esa niña que aún me habita, también sonríe, he aprendido... mucho.

Hoy, soy feliz.

viernes, 19 de junio de 2015

El primer fondo

Los sábados se hacen cuestas y los domingos fondos. El 31 de Mayo fue mi primer fondo y nunca había corrido tanto.

Llego al Rosedal, me encuentro con Manu, me presenta a Guada y nos ponemos a charlar. Yo no tenía idea de nada; si había un circuito, si íbamos todos juntos o no... nada. Manu me invita a ir con ella, pero claro, yo no iba a poder seguir el ritmo. Le dije que sí, pero sabía que iba muerta o la iba a retrasarla a ella. Le pregunto a Marcelo y me dice que vaya por Alcorta y corra 10 minutos, camine 5, y así hasta la media hora y pegue la vuelta para completar una hora. Ok, tenía un plan. Iba a ir sola, pero prefería para no pasar vergüenza; total yo llevo mi propia carrera conmigo misma.

Enciendo mi Nike + running para que me guíe, música, y salimos. Adelante mío iban varios corriendo por el mismo recorrido, Dorrego, Alcorta. Los veo adelante mío y doblan a la derecha y se pierden. Los vuelvo a ver, pero arriba del puente! Dios! Es mi quinto día, primer fondo; no contaba con el puente. Vago lo mío, lo sé. Luego me amigaría con el puente, pero todo me resultaba mucho. - ¨Vamos Lu, toda subida, baja!¨. Encaro Alcorta y ya ese grupo no está a la vista, pero no importa, estoy corriendo un domingo, con sol, fresco, viendo la luz sobre las copas de los árboles y los colores que proyectan. Voy corriendo por la tierra, estoy entera, me siento feliz y aunque no me de el aire para reírme  mi mente sonríe con fuerza.

Voy concentrada, conozco el camino lo cual se me hace más corto, sólo pienso en mi respiración. No dejo de ver a los que me pasan, añorar el ritmo que llevan, pero no me desanimo; me siento parte de toda esta gran tribu que corremos; comienzo a sentirme ahí, acompañada por todos ellos. Sigo corriendo.

Cruzando Pampa, pasando Selquet hay un par de parrillas, y siempre pienso: ¨Para después, pero nunca en las parrillas¨ No porque me guste la carne y me tiente; no como carne o muy poca, sino por un simple juego ¨Que les de culpa las papas fritas a caballo¨. Me río sola, seguramente siquiera te ven pasar corriendo ni les importa que vos corras y ellos no, pero yo pienso eso y ese hermoso juego hace que siga.

Paso la YPF y se viene la plaza larga, como la llamo yo. Todo ese tramo por Alcorta hasta Ramsay, sin cortes, que se curva y parece más interminable aún. Llego a Ramsay, la vieja casa de Natalie, una amiga. En la esquina Junior, aunque ahora sea una plaza, antes era el bar de Zulemita Menem y hemos pasado varias noches allí de adolescente. Precoz, claramente, precoz lo nuestro. Tengo que seguir, pasar Junior. Siento un leve dolor en el bazo pero sigo. No pienses, no duele. Así lo hice, pasé y me detuve ahí mismo. Media vuelta y volví por el mismo camino.

La vuelta fue rápida en mi mente, hasta pasar al menos la zona del lago Regatas, luego cada metro se grababa a fuego y dolía en las rodillas. Mi compañera de aplicación Nike+ (seteada para 4km) me alentaba porque ya había pasado la meta. Mi ayuda mental: una meta fácil de cumplir, el resto serán todos kilómetros muy celebrados; y cuando corro, escuchar ¨3 kilometer beyond your goal¨ es genial!

Paso el puente y sigo hasta pasar el tren, me meto en el Rosedal, ya casi estamos, pero le doy una vuelta al lago; vamos, un poco más. No llego a una hora, pero vamos 58:21. ¿Cuántos kilómetros? 8.18 KM! En mi vida había corrido tanto. Me sentía invencible, todo podría ser ahora, quería ya correr 10k, me había superado, había crecido, sentía con certeza que empezaba a convertirme en una corredora.



Por qué corro y mi primer carrera

En algún momento, cuando coqueteaba ya en mi cabeza con la idea de sumarme al running team; me preguntaba, por qué corro? hace cuánto que corro? corría en verdad? Algunas respuestas, a esta altura son dudosas; como si corro o no. Como aún me siento muy lenta, en mi mente creo que troto más de lo que corro; pero eso es otra historia y otra histeria.

Desde mi adolescencia fui, como digo yo, bichito de gimnasio. La genética ha sido generosa conmigo si fuera de otro siglo, pero la delgadez está mas de moda que las curvas y como mujer de este siglo, combato contra ellas. Desde los 15 o tal vez antes inclusive, ya me cuidaba con la comida o pensaba en ella; visitaba dietéticas por el año 96' y comía semillas y quinua y soja... una cosa rara en mi casa. Ya me cocinaba; al no comer casi carne y ser hija de una madre amorosa pero una judía fallada sin las dotes culinarias que la religión se supone que le daba. Por ello, desde chica siempre me cociné y siempre me gustó y debí ejercitarme.

La entrada en calor en el gimnasio, de 15 minutos en la cinta, se fueron transformando en 1 hora. De nuevo, no recuerdo si corría o trotaba, pero ahí estaba, arriba de la cinta. En el colegio nunca fui la gran destacada, aunque ir al gimnasio seguraba no ser suplente en los partidos de hockey.

Probé el cigarrillo a los 14 y hasta los 20, le di derecho sin pausa. Luego dejé de fumar, un día en que ya no disfrutaba siquiera el pucho después de comer, y dije un domingo ¨Mañana no fumo más¨. Trabajaba en un callcenter en el centro y era el lugar ideal para empezar a fumar, pero yo tenía la tarea de dejar. El mismo lunes me anoté en el Megatlón cerca de la oficina; quería hacer pileta y volver a correr. Así lo hice, unos días hacía pileta, otros días una hora en la cinta.

Nado va, nado viene; conozco a María. Si yo tendría unos 20 años, supongo que María tendría unos 40 y algo; aunque probablemente tendría más pero era de esas mujeres deportistas que a nuestras madres humillan cuando dicen la edad. María hacía Spinning - disciplina que luego experimentaría - y me animaba a sumarme. A mi me daba ante todo vergüenza; subirme  a la bici y no poder pararme, terminar muerta literal, desmayada ahí mismo.. EL HORROR! No hice Spinning en ese gimnasio pero me convenció de correr una carrera. Era en Noviembre, creo, y eran 6km en Palermo, auspiciada por el laboratorio Glaxo y donarían medicamentos a chicos con asma. Dije que sí. No tenía idea de qué era correr 6km pero ahí estaba un día, pagando la inscripción. Ni remera, ni chip, ni nada... a correr.

¿Cómo entrenar para correr 6km? Ni idea tenía pero creía que debía ir sumando distancia, llegar a 6km, luego llegar a un poco más para tener ¨resto¨; al menos un resto mental de que pude un poco más y los 6k estaban asegurados. La noche anterior a la carrera había llovido, el día estaba horrible, gris, frío y seguía garuando un poco. Aunque era Noviembre (creo, o sino sería Octubre), no hacía calor para nada. Yo salí de mi casa, con mi short-pollera que estrenaba!! Sí, el gran error que luego aprendería: no estrenar nada el día de la carrera! Le dejé mis llaves al señor de seguridad y salí de casa al lago Regatas, que por suerte quedaba en frente.

Ya conocía el recorrido, porque cuando lo supe, lo había hecho ¨entrenando¨. Saber el camino me daba cierta seguridad, saber por dónde seguir, cuánto quedaba. No tenía el teléfono de María pero estábamos las dos anotadas. Llegué temprano, había gente estirando entonces estiré también. Maria no estaba a la vista y nunca lo estaría, María no iría a esa carrera y yo correría sola. Había mucha gente, o al menos así lo recuerdo. La largada: dónde me pongo... mi autoestima me dijo al fondo; no al final, pero al fondo. Se largó, corría, corría mi primer carrera; qué miedo, qué emoción.

Mi calsa-short-pollera más tenista que de corredor se me subía y era muy molesto, pero no me importaba, seguía; a las puteadas, pero seguía. Recuerdo que había muchas familias y había niños también; personas que parecían con cero entrenamiento y/o estado físico; mujeres con bastante peso de más corriendo así no más en calsas y hasta tal vez alpargatas. Tengo grabado en mi mente una mujer que le dice a su hijo, a la altura del Lawn Tennis Club: -¨Vamos, vamos¨. Ella no parecía en estado y el niño correría por ser niño, tal vez tendría unos 7 años, 6. Reconozco que me desanimó. Ella parecía recién salida de su casa y como si se hubiera puesto a correr ese mismo día, y yo, cansada, escuchándome respirar agitada, transpirando y sola... triste, no? pero yo era feliz.

No recuerdo tanto de la carrera, sí el camino y la llegada. Me dieron una medalla que creo haber perdido en una mudanza, pero ahí estaba, mi primer carrera, 6k en Palermo en un día de garúa que terminaría con sol. Volví a casa, como si nada hubiera pasado, pero contenta, feliz, lo había logrado y aún hoy, pudiendo correr más y viendo en perspectiva esa carrera; me siento orgullosa.

Los años siguientes continué entrenando, gimnasio, correr de vez en cuando en Palermo o por Alcorta, Spinning y Crossfit. Siempre, todos los años corría en algún momento, sin orden, sin disciplina o entrenamiento serio, pero corria.

Este año, encuentro en el Canal de la Ciudad el programa Buenos Aires en Carrera. Lo veo, y me veo emocionada. Emocionada de verdad, hasta las lágrimas viendo a la gente correr. No entendía del todo qué me pasaba y hasta llegué a pensar si estaría angustiada y en verdad podía llorar con cualquier cosa. Pero no, lloraba viendo a la gente correr. Fue revelador, yo quería volver ahí; a esas dos sensaciones maravillosas: cruzar una meta y dejar que tu mente vuele y olvidarse que el cuerpo corre solo.

domingo, 7 de junio de 2015

El primer día

Tras un par de mails con Marcelo, le dije "mañana estoy ahí". Era lunes. Me comprometía con él y eso me impulsaba a empezar; no había chance de no ir.

Levantarme antes de las 7am para mí es madrugar, empezar el día de noche me da sueño de tan sólo pensarlo; pero ese lunes me puse la alarma 6.45, no quería llegar tarde ni por un minuto y quería calcular el mejor camino para llegar evitando el tránsito y poder estacionar cerca; en donde poder ver si donde se reunían era donde yo pensaba. Un poco obse? Sí, puede ser, pero son algunas de las previsiones que contrarrestaban mi vergüenza o mi inseguridad siendo "la nueva".

Todos con su remera negra, era casi un gran grupo negro y yo con remera celeste! Claro, cómo no darse cuenta de quién era la rookie. Me baje del auto y sólo éramos 3. - Buen día. Y todos, sin conocerme me saludan y también me extienden un beso. Me sorprendo, me alegra, me hace sonreír. Y entre ellos, tempraneros y puntuales (lo sabría mas adelante) estaba Santiago Garcia.
Había escuchado a Santiago en la radio Metro, en el programa Metro y medio hace un tiempo, no muy lejano; creo que era feriado. Yo no sabía quién era, más que alguien que corría y presentaba un libro en la radio; pero vi su foto en el blog y cuando me saludó, unas milésimas de segundo después, en donde uno reacciona y nuestro cerebro relaciona lo que ve, lo que piensa y lo transmite a mi cara; pienso "Es Santiago Garcia! Wow, voy a estar en el mismo grupo que él?!" Ya estaba maravillada.

Llega Marcelo. No me voy a olvidar que estaba de naranja, bien para que lo veamos; era el capitán del equipo, la bolla en el mar (con respeto, pero el naranja tenía luz propia), mi guía. Hicimos juntos la entrada en calor y Marce no dejaba de hablar como si estuviéramos sentados café mediante. Era genial, yo pensaba en la capacidad pulmonar que tendría para charlar con esa facilidad mientras que yo contaba cada metro que me cansaba. Esta es la entrada en calor?  Si ya me cansé y me cuesta el aire, podré con lo que queda de la clase? Esto recién empieza.

Dos palabras me dijo Marce que se guardaría en mí: contancia y perseverancia. Con ese lema voy cada día a entrenar, me lo repito siempre. 

Me sentí genial, era nueva, no charlaba con nadie, salvo con Dani que me atajó desde que me vio. Me sentía un poco afuera, obviamente, y aunque en mi vida en general hablo hasta con las paredes y genero relaciones en donde vaya, me sentía muy novata; soy novata. Me fui feliz, estaba orgullosa de haber ido, era el comienzo de algo grande, de algo que me haría sonreír. Lo sospechaba o deseaba con todas mis ganas que así fuera. Hoy, unas semanas luego, sigo pensándolo; creo que este es un camino de ida y de por vida. 

Me fui con las fotocopias que tenía que llenar en la mano, los exámenes médicos y la cuota paga. Ríanse: me aseguré que nadie me viera y me saque una foto que hoy sigue en mi muro de Facebook y sobre todo en mi memoria. El encuadre: mis zapatillas, el pasto que piso y mis planillas del Nike Running, CorrerAyuda. Contenta, feliz.



Una alumna que corre

Lulu Heart Paper es uno de mis emprendimientos y allí conjugo mi profesión como diseñadora gráfica y mi oficio de encuadernadora. Ya me cuesta recordar, pero creo que fue por Julio del 2012 que comencé a dar clases de encuadernacion. En uno de esos talleres conocí a Maria Martha Paterno, y yo creía inocentemente que era sólo una alumna. Algún tiempo mas tarde me demostraría que no sería así.

Maria Martha llega para empacharnos con esa energía que la caracteriza, con tantas ganas de aprender que eran admirables. Como  ella dice: es una diseñadora gráfica frustrada, aunque yo no le daría ese adjetivo. María Martha tomó el taller de encuadernacion al cual luego le siguió el de cajas, el de estuches y muchos mails de hermosas palabras, su admiración, sus consultas e inquietudes. Cada mail de ella me regalaba una sonrisa, porque como dice la frase: "me robó una sonrisa", en este caso no era así, a mí siempre me la regalaba. 

Muchas de las personas que han pasado por el taller, conocen la gran anécdota de María Martha cuando fue a comprar Fortex (adhesivo tipo cola de carpintero) y la interrogaron para asegurarse que no fuera para drogarse...A María Martha!! Fue genial, nos hizo reír mucho. A quienes no la conocen MM es una mujer hermosa, fina; esas mujeres de que se visten con un look clásico, con pantalón, camisa, un sweater... Una señora con todas las letras. Por lo que lejos de parecer una persona adicta a los pegamentos para inhalar; la anécdota causaba más gracia aún.

Hace unos meses MM vino a casa para señar su taller de cajas; dos sábados por la mañana; lo cual era muy valiosa su presencia porque los sábados se corre y sino MM se va al country. Su presencia en el taller era un enorme regalo para mí. Y aquí mismo, en el living de casa, charlamos sobre running. Fue muy difícil no contagiarme de su alegría; de ese entusiasmo que quienes corremos experimentamos y no podemos disimular cuando hablamos de ello. MM me dijo "súmate al grupo de Perotti, Marcelo Perotti; se llama CorrerAyuda, te va a encantar". Cabe destacar que en ese momento MM no corría en ese grupo pero sabía que era una excelente opción, y así fue y por siempre estaré agradecida por ello.

MM se fue de casa, la acompañé a la puerta, nos despedimos con sonrisas y abrazos: "Te veo el sábado", y también me recordaba lo del grupo de running.

Ese mismo día busqué CorrerAyuda. Sonaba a un grupo de Alcohólicos Anónimos pero sobre correr, pero uno luego se da cuenta que es verdad, correr, ayuda. Le escribí un mail a Marcelo y allí comenzó todo.