viernes, 19 de junio de 2015

Por qué corro y mi primer carrera

En algún momento, cuando coqueteaba ya en mi cabeza con la idea de sumarme al running team; me preguntaba, por qué corro? hace cuánto que corro? corría en verdad? Algunas respuestas, a esta altura son dudosas; como si corro o no. Como aún me siento muy lenta, en mi mente creo que troto más de lo que corro; pero eso es otra historia y otra histeria.

Desde mi adolescencia fui, como digo yo, bichito de gimnasio. La genética ha sido generosa conmigo si fuera de otro siglo, pero la delgadez está mas de moda que las curvas y como mujer de este siglo, combato contra ellas. Desde los 15 o tal vez antes inclusive, ya me cuidaba con la comida o pensaba en ella; visitaba dietéticas por el año 96' y comía semillas y quinua y soja... una cosa rara en mi casa. Ya me cocinaba; al no comer casi carne y ser hija de una madre amorosa pero una judía fallada sin las dotes culinarias que la religión se supone que le daba. Por ello, desde chica siempre me cociné y siempre me gustó y debí ejercitarme.

La entrada en calor en el gimnasio, de 15 minutos en la cinta, se fueron transformando en 1 hora. De nuevo, no recuerdo si corría o trotaba, pero ahí estaba, arriba de la cinta. En el colegio nunca fui la gran destacada, aunque ir al gimnasio seguraba no ser suplente en los partidos de hockey.

Probé el cigarrillo a los 14 y hasta los 20, le di derecho sin pausa. Luego dejé de fumar, un día en que ya no disfrutaba siquiera el pucho después de comer, y dije un domingo ¨Mañana no fumo más¨. Trabajaba en un callcenter en el centro y era el lugar ideal para empezar a fumar, pero yo tenía la tarea de dejar. El mismo lunes me anoté en el Megatlón cerca de la oficina; quería hacer pileta y volver a correr. Así lo hice, unos días hacía pileta, otros días una hora en la cinta.

Nado va, nado viene; conozco a María. Si yo tendría unos 20 años, supongo que María tendría unos 40 y algo; aunque probablemente tendría más pero era de esas mujeres deportistas que a nuestras madres humillan cuando dicen la edad. María hacía Spinning - disciplina que luego experimentaría - y me animaba a sumarme. A mi me daba ante todo vergüenza; subirme  a la bici y no poder pararme, terminar muerta literal, desmayada ahí mismo.. EL HORROR! No hice Spinning en ese gimnasio pero me convenció de correr una carrera. Era en Noviembre, creo, y eran 6km en Palermo, auspiciada por el laboratorio Glaxo y donarían medicamentos a chicos con asma. Dije que sí. No tenía idea de qué era correr 6km pero ahí estaba un día, pagando la inscripción. Ni remera, ni chip, ni nada... a correr.

¿Cómo entrenar para correr 6km? Ni idea tenía pero creía que debía ir sumando distancia, llegar a 6km, luego llegar a un poco más para tener ¨resto¨; al menos un resto mental de que pude un poco más y los 6k estaban asegurados. La noche anterior a la carrera había llovido, el día estaba horrible, gris, frío y seguía garuando un poco. Aunque era Noviembre (creo, o sino sería Octubre), no hacía calor para nada. Yo salí de mi casa, con mi short-pollera que estrenaba!! Sí, el gran error que luego aprendería: no estrenar nada el día de la carrera! Le dejé mis llaves al señor de seguridad y salí de casa al lago Regatas, que por suerte quedaba en frente.

Ya conocía el recorrido, porque cuando lo supe, lo había hecho ¨entrenando¨. Saber el camino me daba cierta seguridad, saber por dónde seguir, cuánto quedaba. No tenía el teléfono de María pero estábamos las dos anotadas. Llegué temprano, había gente estirando entonces estiré también. Maria no estaba a la vista y nunca lo estaría, María no iría a esa carrera y yo correría sola. Había mucha gente, o al menos así lo recuerdo. La largada: dónde me pongo... mi autoestima me dijo al fondo; no al final, pero al fondo. Se largó, corría, corría mi primer carrera; qué miedo, qué emoción.

Mi calsa-short-pollera más tenista que de corredor se me subía y era muy molesto, pero no me importaba, seguía; a las puteadas, pero seguía. Recuerdo que había muchas familias y había niños también; personas que parecían con cero entrenamiento y/o estado físico; mujeres con bastante peso de más corriendo así no más en calsas y hasta tal vez alpargatas. Tengo grabado en mi mente una mujer que le dice a su hijo, a la altura del Lawn Tennis Club: -¨Vamos, vamos¨. Ella no parecía en estado y el niño correría por ser niño, tal vez tendría unos 7 años, 6. Reconozco que me desanimó. Ella parecía recién salida de su casa y como si se hubiera puesto a correr ese mismo día, y yo, cansada, escuchándome respirar agitada, transpirando y sola... triste, no? pero yo era feliz.

No recuerdo tanto de la carrera, sí el camino y la llegada. Me dieron una medalla que creo haber perdido en una mudanza, pero ahí estaba, mi primer carrera, 6k en Palermo en un día de garúa que terminaría con sol. Volví a casa, como si nada hubiera pasado, pero contenta, feliz, lo había logrado y aún hoy, pudiendo correr más y viendo en perspectiva esa carrera; me siento orgullosa.

Los años siguientes continué entrenando, gimnasio, correr de vez en cuando en Palermo o por Alcorta, Spinning y Crossfit. Siempre, todos los años corría en algún momento, sin orden, sin disciplina o entrenamiento serio, pero corria.

Este año, encuentro en el Canal de la Ciudad el programa Buenos Aires en Carrera. Lo veo, y me veo emocionada. Emocionada de verdad, hasta las lágrimas viendo a la gente correr. No entendía del todo qué me pasaba y hasta llegué a pensar si estaría angustiada y en verdad podía llorar con cualquier cosa. Pero no, lloraba viendo a la gente correr. Fue revelador, yo quería volver ahí; a esas dos sensaciones maravillosas: cruzar una meta y dejar que tu mente vuele y olvidarse que el cuerpo corre solo.

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